Los tatuajes humanos siempre me han ofendido. Cuando alguien muy cercano a mí se hizo uno, quedé herido de muerte. No soporto los tatuajes ni el “piercing” (perforaciones de la piel). Son prácticas, que aunque ingenuas e inocentes en algunos casos, e inofensivas en otros, instintivamente me golpean y taladran. ¿Será por el respeto y la admiración que le tengo al cuerpo humano? ¿Será porque me enseñaron a ver en el ser humano la máxima dignidad de lo creado?

Este fenómeno del tatuaje y del “agujereo” o perforación de la piel merece atención. Debe ser iluminado y orientado. Debido a ello, me interné en la selva del tatuaje. Descubrí que cada vez se ha venido popularizando más y más. Es, desde todos los puntos de vista, una práctica pagana y mundana que interpela nuestra vida espiritual y pastoral.

Aprendamos en este librito los sentidos del tatuaje, sus consecuencias, su prohibición, sus desafíos…