Soy particularmente favorable a creer en el poder de la oración, en el poder de la alabanza (ver mi librito “El poder de la alabanza”). Creo profundamente en el poder sanador y liberador de la Palabra (ver mi librito “La Palabra que sana”). Profeso que la oración es decisiva para la restauración del mundo, por eso he querido contribuir para que impregnemos de oración el universo con mis libritos: “Oraciones al Espíritu Santo”, “Oremos a María”, “Las oraciones más bellas de la Biblia”, y uno que aún no ve la luz: “Mi manual de oración”.

La oración es un diálogo entre los humanos y su Creador. La oración logra una unión única y una convergencia especial de las personas y su Dios. Y el principal efecto de la oración, doy testimonio de ello, es sanar y liberar corazones, es elevar espíritus, es purificar conciencias.