Parodiando el bello lema de Aparecida: “Discípulos y misioneros para que nuestros pueblos en El tengan vida”, he querido desarrollar una catequesis para sacerdotes, llamada: Sacerdotes, Discípulos y misioneros de la Palabra.

Porque para ser verdaderos discípulos de Jesús, tenemos que escuchar y cumplir la Palabra de Dios:

“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Mc 3, 35).
“Mis ovejas conocen mi voz” (Jn 10, 3)
Y para ser verdaderos misioneros de Jesús, tenemos que anunciar su Palabra:
“Vayan por todo y el mundo y proclamen… y enseñen… El que crea se salvará…”

La espiritualidad cristiana, es decir, la espiritualidad del discípulo y misionero de Cristo es esencialmente bíblica, es espiritualidad de la Palabra. Pero hay que ir a la Palabra más como fuente de vida que como objeto de estudio. Muchos de nosotros nos alimentamos más de libros de segunda mano que del “libro de los libros” que es la Sagrada Escritura.