La fidelidad es hoy un valor mal comprendido, poco practicado y bastante devaluado. Es una palabra desterrada del vocabulario cristiano, social, conyugal, profesional y político, de muchas personas. La práctica de la fidelidad se ha debilitado y oscurecido sensiblemente.

Sin embargo, la fidelidad es uno de los rasgos más acusados del rostro de Dios en la Biblia. El se nos ha revelado como un Dios misericordioso y fiel. También el rostro de nuestra Madre María se nos ha mostrado como Madre de misericordia y Virgo Fidelis.

En un mundo en crisis: financiera, económica, social… la crisis fundamental es la crisis de valores. Y entre los valores el de la fidelidad es uno de los más estropeados.

En este Año Sacerdotal, les presento este trabajo titulado “Los colores de la fidelidad”, un aporte valioso del P. Carlos Triana, quien nos ayuda a sumergirnos, con sencillez, en los diferentes matices de la fidelidad que estamos llamados a vivir, a ejemplo de “Cristo, el Pontífice fiel y misericordioso” (Heb 2, 17).

Retomo las palabras de los Obispos en Aparecida para decirles a todos los sacerdotes: “Valoramos y agradecemos con gozo que la inmensa mayoría de los presbíteros vivan su ministerio con fidelidad y sean modelo para los demás, que saquen tiempo para su formación permanente, que cultiven una vida espiritual que estimule a los demás presbíteros, centrada en la escucha de la Palabra de Dios y en la celebración diaria de la Eucaristía” (DA 191).