¿Sabías que estamos destinados a heredar una bendición? (1 Pe 3, 9). Sí, estamos llamados a ser herederos de muchas bendiciones. Mantenemos la convicción de que Dios nunca ha dejado de bendecir, y aún hoy sigue bendiciendo y quiere bendecirte.

¿Sabías que estamos llamados a ser bendición para los demás? (Gen 12, 2). Sí, las bendiciones descienden de Dios a través de mediaciones humanas. Y bendecir a los demás redunda en nuestro bien.

¿Sabías que estamos invitados a bendecir a Dios, a los hombres y a todo el universo para llenarnos de muchas bendiciones? (Cfr. Lc 6, 28; Rom 12, 14). Sí, siendo bendición para Dios y para los demás seremos mucho más
bendecidos. Ser portadores de bendición nos asemeja a Dios, el bendito que siempre bendice.

Bendice a Dios para que todo se te convierta en bendición. Bendícelo porque El es Bendito, digno de toda bendición. Bendícelo para que te bendiga y te llenes de prosperidad: “la bendición del Señor es riqueza” (Prov 10, 22). Bendice también a los demás para que todo lo tuyo se llene de bendición.