De la mano de San Juan Eudes, reproduzco a mi modo, las más bellas enseñanzas bíblicas sobre los deberes y virtudes de los bautizados. Es Jesús mismo, Palabra eterna de Dios, quien nos habla aquí con autoridad. Nos exige un comportamiento especial y una vida moral estricta. El mismo se nos presenta como modelo, como nuestra inspiración profunda.

Estas reglas van dirigidas a los cristianos de todas las condiciones. Cada bautizado está llamado, y no sólo llamado sino, perdonen que use esta expresión, “obligado” a ser santo en el seguimiento de Jesús, a ser buen y fiel discípulo suyo. Pues ser cristiano y ser santo es la misma cosa.

La norma fundamental, la ley por excelencia que nos da el Señor Jesús es la caridad. La única y auténtica norma que tenemos los cristianos es el amor. Vivir esta ley en el espíritu de las bienaventuranzas es vivir a perfección nuestra vocación, es afinar la vida de santidad y justicia que Dios nos pide.