Hice esta catequesis de la mano de San Juan Eudes y de San Alfonso María de Ligorio, los dos santos más enamorados de la Virgen María que yo conozco.

Y la hice sobre el poderoso nombre de María por las siguientes razones:

Jesús es el Nombre que salva. Significa “Dios salva”. Y no hay ningún otro nombre dado a los hombres en el que podamos ser salvos sino el nombre de Jesús. Para salvarnos y encontrar bendiciones basta pronunciar con devoción, fe, esperanza y amor el santo Nombre de Jesús.

Pero, como enseña san Juan Eudes, no podemos separar lo que Dios ha unido tan estrechamente una madre, María, y un hijo, Jesús. De modo que quien dice Jesús dice María y quien dice María dice Jesús. Son dos nombres que están estrechamente unidos.

María es el Nombre que libera de todo mal. Su nombre es un ungüento que sana, libera, perfuma la vida, dice un padre de la Iglesia, es ungüento de salvación. Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice san Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca